Estos eficientes carroñeros forman parte esencial de la cadena trófica en todo el mundo, y contribuyen a preservar la salud humana deshaciéndose rápidamente de los animales muertos. El catastrófico descenso de la población de algunas especies de buitres, especialmente en Asia, es un asunto que preocupa tanto a los ecologistas como a las autoridades sanitarias.
VIEJO Y NUEVO MUNDO
Los buitres comparten hábitos carroñeros, cabezas desplumadas, picos fuertes y afilados, y gran capacidad para volar, pero las 23 especies forman dos grupos separados que tienen antepasados diferentes.
Las 16 especies de África, Europa y Asia, que están emparentadas con águilas, halcones y gavilanes, pertenecen a la familia de los Accipítridos. Los siete buitres del Nuevo Mundo (incluidos los dos cóndores), forman la familia de los Catártidos, cuyo verdadero estatus está en discusión.
Tradicionalmente ambas familias se han integrado en el orden de las aves de presa: Falconiformes. Sin embargo, recientes estudios genéticos sugieren que los buitres del Nuevo Mundo están emparentados con las cigüeñas y no son aves de presa.
Siempre se ha perseguido a los buitres y se han destruido sus nidos en la errónea creencia de que suponían un riesgo para el ganado. También pueden sufrir molestias accidentales donde anidad, y verse perjudicados por la extensión de los cultivos, que no producen carroña. Pero el principal peligro al que se enfrentan es la contaminación de sus fuentes de alimento. Esta gran amenaza pone en peligro a ciertos buitres asiáticos, así como al cada vez más raro cóndor de California, y es un problema creciente para el cóndor de los Andes.
ENVENENAMIENTO FORTUITO
Los buitres utilizan su excelente vista para encontrar comida. Para ello, planean a gran altura a fin de localizar cadáveres y observan el vuelo circular de otros buitres que ya los han encontrado. Los del Nuevo Mundo también utilizan el olfato, inusualmente bien desarrollado para ser aves.
Alimentarse de carroña supone para los buitres el riesgo de ingerir toxinas que están presentes en la carne de los animales muertos. Con el tiempo, esos venenos pueden acumularse en el cuerpo de las aves y causar su muerte. Uno de los tóxicos más comunes es el plomo de las municiones. Los cóndores de California y los Andes han sufrido envenenamiento por plomo a raíz del consumo de animales abatidos por cazadores o granjeros.
En Namibia y Sudáfrica, el buitre leonado de El Cabo está amenazado por los cebos envenenados que se utilizan para matar a los chacales. El análisis de los buitres leonados de El Cabo muertos, revela que los cebos envenenados son su principal amenaza.
Desde 1990 la población de buitres bengalí, hindú y picofino, ha caído en picado en la India, Pakistán y Nepal, reduciéndose en un 95% en 10 años. Esta tragedia fue causada por el amplio uso de Diclofenac (un medicamento antiinflamatorio) para tratar al ganado vacuno. Sobreviven tan pocos que en algunas zonas donde los cadáveres se dejan pudrir al aire libre, se está creando un problema sanitario.
Los buitres se alimentan en grupo, de manera que las toxinas afectan pronto a toda la población. En 10 años, los buitres bengalíes, por ejemplo, casi han desaparecido.
COLISIONES FATALES
Otra importante causa de mortalidad entre los buitres son los choques con las torres eléctricas o con los remontadores de ski. Estas grandes aves de vuelo lento, parecen tener dificultad para evitar los peligros artificiales. En Altamont Pass, California, los generadores eólicos suponen la principal amenaza para la reducida población del cóndor de California. Quedan menos de 100 ejemplares de esta ave en situación crítica.
En 1987 sólo quedaban ocho cóndores de California en libertad, de modo que fueron capturados para iniciar la cría en cautividad. A pesar de la reintroducción, la especie sigue siendo muy vulnerable.
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