Sentidos muy agudos y picos y garras afilados, convierten a estas acrobáticas especies en los más efectivos predadores del mundo de las aves. Despiadadamente perseguidos, a menudo sin razón, sufren también envenenamiento y pérdida del hábitat.
RAPACES
Águilas, Halcones y Gavilanes, junto a otros parientes próximos como milanos y quebrantahuesos, forman un extenso grupo de unas 290 especies. Conocidas colectivamente como «aves de presa», o «aves rapaces», se integran en el orden Falconiformes, al que también pertenecen buitres y cóndores.
El tamaño de las rapaces varía desde las grandes águilas como la arpía, que pesa 9 kg y atrapa perezosos en la cubierta de la selva tropical, hasta varios diminutos halconcillos de patas rojas que pesan unos 35 g –menos que el estornino común- y que se alimentan de pequeños vertebrados e insectos.
Las rapaces ocupan muchos hábitats en el mundo, y afrontan las mismas amenazas que sus presas. La principal de ellas es la pérdida del hábitat, especialmente la selva tropical. Otros peligros añadidos son la persecución por parte de los humanos y el envenenamiento mediante pesticidas, peligros que quizá son mayores para este tipo de aves que para otros.
DIFUSIÓN REDUCIDA
Muchas de las especies de rapaces amenazadas ocupan áreas geográficas reducidas, en las que la pérdida, la fragmentación o degradación del hábitat tienen gran importancia. Por ejemplo, la destrucción del bosque primario siempre verde que es el predilecto del cernícalo de la isla Mauricio, lo condujo casi a la extinción, reduciendo su población hasta sólo seis ejemplares en la década de 1970.
El águila filipina es otra especie de distribución reducida, ya que se encuentra sólo en cuatro de las 7.000 islas del archipiélago de las Filipinas: Mindanao, Luzón, Samar y Leyte. La intensa deforestación la ha expulsado de la selva de las tierras bajas, confinándola en los bosques de montaña a más de 1.300 m de altitud.
Existen muchas otras rapaces vulnerables que son endémicas de hábitats especializados de una isla o una región pequeña. En sus nombres queda reflejado el problema: águila arpía de Nueva Guinea, cernícalo de Seychelles, milano cubano, gavilanes de Galápagos, aguilucho de Reunión, águila azor de Filipinas y águila de Java.
CAZADOR CAZADO
Las rapaces son magníficos predadores que inspiran reacciones que van desde la admiración hasta la aversión y el miedo. Muchas especies son perseguidas con regularidad, basándose en la opinión carente de fundamento de que, debido a que estas aves son predadores, compiten con los humanos por los recursos o matan al ganado.
En realidad, pocas rapaces atacan a los animales domésticos, y si lo hacen, se trata de animales enfermos, o bien, se alimentan de los cadáveres de los que han fallecido. La cantidad de rapaces depende de manera natural de la disponibilidad de presas, por lo que una buena población de estas aves es signo de un ecosistema próspero.
Antiguamente los guardabosques disparaban o envenenaban a cualquier rapaz, con independencia de su dieta, y algunas especies, como el milano real, sufrieron terriblemente. En muchos países ahora están protegidas legalmente.
EFECTOS COLATERALES
A menudo las rapaces so ven afectadas por la ingestión de pesticidas. Por ejemplo, un halcón puede atrapar a un ratón que ha comido grano tratado. El producto químico pasa a través de la cadena alimenticia y se acumula en el cuerpo del predador. Las toxinas pueden no matar a la rapaz, pero sí causar daños secundarios, como, por ejemplo, adelgazar la cáscara de los huevos, comprometiendo la reproducción.
Durante el siglo XX, el DDT causó el declive en Europa y Norteamérica de muchas rapaces, incluidos el águila calva, los gavilanes euroasiáticos y los halcones peregrinos. El DDT adelgazó tanto la cáscara de los huevos de las águilas calvas, que se rompían al incubarlos. La prohibición mundial del DDT, ha permitido recuperar su población. Pero la difusión de la malaria en África ha renovado la petición de que se vuelva a utilizar para el control de los mosquitos, lo que puede poner en peligro nuevamente la supervivencia de las rapaces.
COMERCIO DE CETRERÍA
El comercio ilegal de aves de presa para la cetrería, amenaza a algunos grandes halcones, especialmente al sacre. Esta especie de vuelo potente, rápido y bajo, alcanza tan altos precios en el mercado negro, que muchos de ellos son atraídos con cebos y capturados con redes. Cada año se atrapan más de 8.500 sacres en Asia central con destino a Oriente Medio (datos del año 2002), y esta tasa supera el límite biológico de seguridad.
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