El desarrollo de la vida humana en las ciudades es un fenómeno antiguo, ya que data de unos 5500 años, pero la urbanización a gran escala se inició hace tan sólo unos 150 años, llegando a constituirse en la pauta de asentamiento dominante en todo el planeta y a dar origen, a inicios del siglo XXI, a la emergencia de una civilización mundial plenamente urbana, que no sólo incluye los núcleos urbanos y las grandes metrópolis, sino que sateliza todos los espacios no urbanizados, convirtiéndolos en clientes y subsidiarios del modo de vida de la gran aldea global.
El resultado de un largo proceso que tiene como antecedentes las ciudades antiguas, medievales, industriales y modernas, las cuales constituyeron estrategias de adaptación al medio físico que profundizaron la separación entre el trabajo manual e intelectual y la estratificación social, pero potenciaron otro tipo de solidaridades horizontales entre categorías profesionales y clases sociales.
Hace 200 años, sólo un 3% de la población vivía en las ciudades; mientras que hoy, esta cifra se aproxima con rapidez al 50%, y la cifra total ha aumentado casi seis veces. Este crecimiento asombroso de la vida urbana ha transformado grandes extensiones del planeta. Se ha creado una amplia gama de hábitats artificiales, tanto bajo techo como al aire libre, que los animales pueden usar como hogares, así como una gran cantidad de desechos que constituyen la base de la cadena alimentaria. Como consecuencia, hay una riquísima fauna que vive con y entre nosotros.
Los animales han dispuesto de millones de años para adaptarse a los hábitats naturales del planeta, pero sólo una fracción de ese tiempo para ajustarse a la vida urbana y rural. Pese a esto, ellos nunca son extraños en los lugares construidos. Su éxito se debe principalmente a su capacidad de adaptación previa.
AL AIRE LIBRE
Para aquellos animales que pueden soportar el disturbio, las ciudades y los pueblos son lugares muy aptos para vivir, ya que tienen muchos sitios convenientes para refugiarse o cuidar sus crías, desde árboles y salientes de ventanas, hasta pasajes subterráneos y, para las especies omnívoras, constituyen una fuente constante de restos de comida.
En el invierno, la calefacción artificial que escapa de los edificios ofrece otro beneficio y, como si esto fuera poco, son relativamente seguras; aparte de los perros y los gatos, están libres de los depredadores que enfrentarían en sus lugares naturales.
Los animales se han adaptado a la expansión urbana con distinto éxito. Algunas especies jamás se encuentran en las ciudades y van retrocediendo a medida que éstas avanzan; otras, como las aves migratorias e insectos, son visitas ocasionales, que realizan una breve parada antes de continuar su viaje. Animales más adaptables, como los mapaches y los zorros rojos, por ejemplo, se sienten igualmente cómodos en la ciudad o en el campo, y tratan los lugares construidos como extensiones de su hábitat natural. Finalmente, los verdaderos especialistas urbanos, como las palomas bravías y gorriones domésticos, actualmente están tan adaptados a vivir en la ciudad, que rara vez se les encuentra en otros lugares.
Si bien las palomas bravías pueden sobrevivir en los centros más agitados, muchos animales urbanos se encuentran principalmente en los parques y jardines, que constituyen versiones más pequeñas de sus hábitats en la naturaleza virgen. Estos animales varían entre una parte del mundo y otra, pero incluyen los mamíferos que habitan en los árboles, como las ardillas y las zarigüeyas, y diversas aves.
Normalmente la extensión de los suburbios constituye una amenaza para la fauna, pero para estas especies puede llegar a representar una ayuda, ya que crea una variedad de hábitats apropiados, con la ventaja de que a menudo la gente los alimenta.
BAJO TECHO
En la naturaleza muchos animales, sin saberlo, crean hábitats para otras especies al construir sus propios nidos. Los humanos hacemos exactamente lo mismo, pero como los nuestros son tan grandes y complejos, pueden hospedar a una gran variedad de vida animal, cuya mayor parte es inofensiva, aunque hay algunos que pueden causar problemas o, al menos, inconvenientes.
Muchos de los animales que habitan bajo techo, son pequeños y nocturnos, lo que ayuda a que no sean vistos por sus huéspedes humanos; esto es especialmente cierto en especies que comparten los lugares donde se desarrolla la vida cotidiana y hurgan en las sobras de comida. El pececillo de plata, por ejemplo, sale en busca de harina y otros productos después de que oscurece, huyendo con rapidez de armarios y cajones cuando uno los abre y los expone a la luz. Las cucarachas se comportan de forma similar, pero se convierten en una molestia ya que propagan enfermedades.
Al amanecer, los animales nocturnos se esconden y son reemplazados por los de actividad diurna. Las moscas domésticas, por ejemplo, son más activas durante el día, ya que navegan con la vista. En los subterráneos y desvanes, la fauna se ve menos afectada por el ciclo de luz y oscuridad y se molestan menos con el ajetreo del hombre. Para los animales, los desvanes equivalen a un agujero grande en un árbol, y los subterráneos, a una gran cueva; las avispas, pájaros y ratones domésticos pueden anidar en los desvanes si logran entrar y pueden compartir su hábitat con murciélagos. Los subterráneos y bodegas sirven de refugio para lar arañas, que pueden sobrevivir por largo tiempo sin alimento y, en muchos casos, cazan su presa en absoluta oscuridad.
La llegada de la calefacción central ha sido un factor importante en el incremento del número de animales que eligen compartir nuestros hogares. Las cucarachas, por ejemplo, que originalmente se encontraban en las zonas cálidas, ahora se han extendido hacia regiones más frías. Los muebles mullidos y las alfombras también desempeñan un papel importante, ya que además de hacer más acogedores nuestros hogares, proporcionan escondites y materiales para que aniden diversos animales.
CONSERVACIÓN
Los animales urbanos y rurales afrontan una forman de selección “no natural” en el sentido de que muchas especies que no son aptas para la vida de la ciudad son eliminadas de forma implacable, sin considerar lo útiles que serían en la naturaleza. La falta de espacio, el ruido y la contaminación les impiden instalarse en las ciudades, mientras que otros factores ambientales, como la iluminación de las calles, disuaden a muchos.
Son tantos los riesgos de la vida en la ciudad, que hasta los animales urbanos más experimentados, y que se han adaptado a este medio, también sucumben a los cambios. El tráfico, evidentemente, es un riesgo mayor que todos los días cobra la vida de miles de animales. El tráfico de vehículos, que ha aumentado de forma extraordinaria en los últimos 50 años, es una de las peores amenazas que afrontan los animales urbanos, y es particularmente peligroso para las especies nocturnas, como los zorros.
ALIMENTACIÓN
Algunos animales urbanos que viven al aire libre se mantienen con los mismos alimentos que comerían en su hábitat natural. En cambio, para las especies carroñeras, como los mapaches, zorros y palomas, a menudo su alimento diario es muy diferente al de sus hogares naturales. Estas criaturas tan versátiles, prueban cualquier sobra que encuentran, sin importarles cuán rara les parezca o huela, y esta característica de ser oportunistas es el secreto de su gran éxito. En ocasiones, los envases de la comida moderna pueden presentar dificultades, pero pronto aprenden cómo romperlos o a picotear el plástico y el papel para conseguir su contenido.
Los animales que viven bajo techo consiguen su alimento de alguna de estas tres fuentes: de lo que nosotros comemos; de los animales que comen esas cosas y de los materiales de nuestros hogares. La primera categoría comprende una amplia gama de plagas domésticas, como ratas, ratones, moscas y cucarachas; la segunda consiste principalmente en arañas, pero también en ciempiés y gecos en las zonas cálidas. Las arañas se han adaptado casi perfectamente a la vida bajo techo, y aun cuando son desagradables prácticamente para todo el mundo, contribuyen de forma positiva a mantener bajo control a los insectos que habitan en nuestras casas. Los animales que se incluyen en la tercera categoría son los menos bienvenidos de estas visitas inesperadas, ya que reúne a los insectos comedores de madera, como termitas y escarabajos, y otros que atacan los materiales orgánicos, como la lana. En muchas zonas del mundo, estos animales constituyen plagas graves.
LUZ Y CALOR
En las ciudades, las luces de sus calles iluminan el cielo nocturno, mientras que el calor de sus edificios y el tráfico las hacen mucho más cálidas que el campo abierto. Las luces artificiales confunden los sistemas de navegación de los insectos e interfieren los relojes biológicos de las aves. En consecuencia, los pájaros cantores cantan tarde en la noche y algunas especies comienzan a construir sus nidos en invierno, convencidas de que es primavera por el brillo de las luces. A muchos animales, desde mariposas hasta pájaros, les agrada sentir un poco más de calor; en algunas regiones, los estorninos se trasladan a ciudades en tardes de invierno para refugiarse en los edificios donde se encuentran más abrigados.
ANIMALES DE LOS TECHOS
Para las aves y los murciélagos, los techos de los edificios constituyen hogares ideales; alejados del suelo y muy poco molestados por el hombre, los animales se alimentan y reproducen tranquilos. Algunas especies anidan en los desvanes o bajo aleros, mientras que otros prefieren lo alto de las chimeneas. Los principales habitantes de los techos son los diversos tipos de vencejos y golondrinas y son los mejores ejemplos del trabajo de adaptación. En la naturaleza, ellos construyen sus nidos en acantilados o grietas, pero el rápido crecimiento de pueblos y ciudades les ha proporcionado alternativas que les han permitido extender su alcance a lugares donde, de otra forma, sería muy raro encontrarlos.
Especies que se instalan en lugares poco comunes abundan en las áreas urbanas; algunas han sido introducidas deliberadamente, mientras que otras han llegado con la comida importada. A veces, las mascotas son liberadas o logran escapar a la naturaleza. Algunos siguen siendo urbanos, pero unos pocos, como los estorninos de Norteamérica, se han ido a colonizar continentes enteros.
La cotorra de Kramer, del África tropical y Asia del sur, soporta muy bien el frío, de modo que se desarrolla sin problemas en algunas áreas de Norteamérica y Europa.
EL CAZADOR URBANO
El halcón peregrino es una de las aves de rapiña más adaptables; se alimenta principalmente de otros pájaros, a los que generalmente atrapa en pleno vuelo. Los techos y alféizares de las ciudades constituyen una excelente atalaya desde donde elige su presa antes de lanzarse a gran velocidad y en picado, lo que se conoce como «abatimiento».
ANIMALES DE LAS ZONAS URBANAS Y RURALES - Mostrar / Ocultar