Gatos de Raza

Burmilla

NOMBRE
Burmilla
OTROS NOMBRES
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CONSTITUCIÓN
Estilizado
Musculoso
COLORES
Todos los colores punteados
       

El   BURMILLA es un gato burmés punteado, creado en Reino Unido a partir del apareamiento en 1981 de un macho persa chinchilla y una hembra burmés lila. Si bien los cachorros no parecían muy atractivos, al crecer se convirtieron en preciosos gatos con un manto punteado negro o marrón sobre un fondo plateado.

Tipo: elegante y de tamaño medio.

Cabeza: cara ancha que se afina para formar un triángulo corto y romo; contornos suaves y redondeados; orejas medianas o grandes, bien separadas y ligeramente inclinadas hacia adelante.

Ojos: grandes, luminosos, expresivos, verdes enmarcados en negro.

Cuerpo: moderadamente alargado, compacto y musculoso, patas fuertes.

Cola: recta, moderadamente larga, punta ligeramente redondeada.

Pelaje: corto, fino, brillante, textura sedosa.

Colores: Color de base silver shaded o silver shell con tipping (sólo en el extremo del pelo tiene color) de los colores: negro, azul, chocolate, lila, canela, rojo, crema. La espalda, máscara y cola son más oscuras que el vientre.

Característica: Un gato con colores nobles y suaves como acuarelas.

El nombre de burmilla deriva de combinar burmés y chinchilla. Por lo tanto, queda claro cuáles fueron las razas que allanaron el camino a estos dulces gatos plateados.

ORÍGENES DE LA RAZA

La raza se bautizó en 1985, se fundó una asociación dedicada al burmilla. En 1990 se le otorgó el reconocimiento provisional en el Reino Unido dentro del grupo Asian-Burmilla. También está admitido por la Federación Internacional Felina. En cambio, no está reconocido en Estados Unidos, aunque se ha introducido en el país.

Todo comenzó para esta raza felina en los años 80, y lo que dio inicio no fue ni más ni menos que un apareamiento fortuito en el que los protagonistas fueron un gato persa chinchilla y una burmés de color lila. Su descendencia lucía un precioso pelaje corto del más bonito color silver. La belleza y el agradable carácter de esos «mestizos» dieron ganas de seguir haciendo intentos en esa dirección, y al final se creó la raza burmilla.

La aventura comenzó cuando Miranda Bickford-Smith, le regaló a su madre un gato chinchilla. El apareamiento con la gata burmés fue puramente casual, pero de imprevisibles consecuencias. Pocas semanas después nacía una camada de cuatro gatitos black shaded silver. Dos de ellos fueron el punto de arranque de la raza burmilla.

Los primeros años fueron difíciles a causa de la escasa variedad genética, pero con el tiempo cada vez más criadores se fueron interesando por esta hermosa creación de tonos plateados.

Los famosos Catterys dejaron que sus gatos de pura raza «tuviesen un desliz» con la esperanza de aumentar la base genética. El experimento tuvo éxito, y permitió que la raza fuese registrada por la Cat Association of Britain (CA) en 1983. Siete años más tarde, cuando la CA se convirtió en la primera federación británica en hacerse miembro de la FIFe, le siguió el reconocimiento oficial de la raza con su estándar ampliado.

En su fase inicial la cría del burmilla exigía que sus criadores tuviesen buenos conocimientos de genética. Después de todo, las dos razas de partida –persa chinchilla y burmés- son muy distintas. Para conseguir burmillas de pura raza, era necesario eliminar dos genes recesivos: el gen del pelo largo de los persas y el gen no-agutí del burmés monocolor. Para que la raza consiguiese el estado de raza pura hicieron falta cinco generaciones, y para lograrlo hubo que recurrir a la endogamia (cruces entre padres, hermanos e hijos).

Muchos ven la endogamia como algo crítico, sin embargo, si se emplea para finalidades muy concretas, puede resultar de gran utilidad. Al aparear hermanos, padres con hijas y madres con hijos, así como al realizar cruzamientos dentro de la generación filial, se consigue fijar aproximadamente un 16% de los genes en cada generación.

En la primera generación suelen ser animales que no corresponden a las expectativas del criador, pero en las siguientes aparece un creciente número de gatitos que no son portadores de genes indeseados. Todo esto ya se ha hecho hace tiempo, pero en Europa, la popularidad del burmilla sigue siendo muy escasa.

CARACTERÍSTICAS

El burmilla posee un cuerpo de tipo semioriental, de longitud y grosor medios, con músculos firmes y un lomo recto y nivelado. La cola debe ser de longitud y grosor medianos, y acaba en una punta redondeada. La cabeza es chata y triangular, redondeada en la parte superior, y presenta un claro stop nasal.

Las orejas son medianas o grandes, tienen puntas redondeadas y están bien separadas y algo inclinadas hacia delante. Los ojos son grandes y están separados.

El pelo del burmilla es corto, fino y está pegado al cuerpo. El punteado debe ser más denso a lo largo de la columna vertebral y en la cola, se difumina en los costados y desaparece en el vientre. Las partes punteadas no deben presentar marcas tabby, en la medida de lo posible, aunque suelen aparecer marcas tenues en la cabeza, las patas y la cola. Se admiten todos los colores en sus versiones chinchilla o sombreadas.

El burmilla es un gato de una belleza extraordinaria, que está ganando seguidores entusiastas rápidamente. Ha heredado el carácter cariñoso del burmés, así como su poca afición a la soledad.

Debe cepillarse al menos dos veces por semana. Los cachorros de burmilla nacen con mantos pálidos y el punteado se desarrolla a medida que crecen.

Son unos gatos muy elegantes, con las patas traseras algo más largas que las delanteras. No sólo posee un pelo sedoso y muy bonito, sino que sus ojos grandes, separados y un poco oblicuos, le proporcionan un aspecto ligeramente misterioso.

Los ojos brillan en todas las tonalidades de verde, aunque se prefiere un verde claro. En los gatos de menos de dos años se acepta un tono ligeramente amarillento. Los burmillas rojos también pueden tener los ojos de color ámbar.

Su temperamento es similar al sus primos, los burmeses: son sociables, juguetones y afectuosos. Aprecian que los mimen y se llevan bien con otros animales y también con las personas, incluso si son niños. Buena adaptabilidad a entornos interiores, aunque también les agradan las escapadas al exterior.

El burmilla no necesita una atención demasiado meticulosa, bastaría con cepillarlo de vez en cuando para evitar la acumulación de pelo muerto, y algún baño ocasional.

Cruces autorizados con otras razas: burmés y la variante tiffany, burmés de pelo semilargo.

El hecho de que el burmilla no logre ser popular sigue siendo un misterio: no será porque la raza no goce de belleza.

 

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