REINO |
Animalia |
FAMILIA |
Sciuridae |
FILO |
Chordata |
GÉNERO |
Cynomys |
clase |
Mammalia |
ESPECIE |
C. ludovicianus |
ORDEN |
Rodentia |
NOMBRE BINOMIAL |
Cynomys ludovicianus |
El perrito de las praderas de cola negra es originario de Estados Unidos y México. Es en este primer país donde se comenzaron a mantener como mascotas. Quienes han disfrutado de su compañía, afirman que son unos animales maravillosos y simpáticos, cariñosos y apegados a sus dueños.
La preferencia por un hábitat con pasto y un aullido semejante al de los perros, da a 5 especies de ardillas terrestres el nombre común de perrillos de pradera. El perrillo de pradera de cola negra o de las llanuras, habita en alturas de 1.300 a 2.000 metros, a través de las Grandes Llanuras de Norteamérica y al sur, en el extremo norte más árido de México.
Son animales con un cuerpo de aspecto más bien corto y pesado. Su cabeza (que guarda cierta similitud con la de un degú) es relativamente corta, las orejas cortas y redondeadas, los ojos son pequeños, pero les permiten detectar potenciales depredadores; y un morro chato y corto en comparación con otros roedores. Posee unas largas uñas, que son utilizadas para excavar sus madrigueras y, como todos los roedores, cuentan con dientes incisivos grandes y fuertes, que utilizan para cortar los tallos de las plantas que les sirven de alimento. La cola tiene poco pelo, el último tercio es de color negro, y es cerca de una quinta parte de la longitud total del animal. Los pelos del cuerpo tienen puntas negras en invierno, pero blancas en verano; los bigotes son negros. Es de color marrón o marrón-rojizo en la parte superior, y varía a blanco en la parte inferior.
La longitud cabeza-cuerpo es de unos 30 cm y la cola es de 8-9 cm. El peso corporal es de 1-2 kg.
Los perritos de las praderas hibernan. Son sociales y estrictamente diurnos, con picos de actividad en la mañana y la tarde.
Es un animal muy gregario, que forma auténticas ciudades subterráneas que pueden estar constituidas por kilómetros de corredores, que comunican entre sí las madrigueras de los diferentes clanes familiares, unidad básica de estos animales. Los clanes familiares están compuestos por el círculo de 1 macho adulto dominante que defiende al grupo, de 2 a 5 hembras adultas y un número variable de jóvenes y crías, generalmente de 4 a 6. Varios círculos forman un barrio, donde los miembros guardan su territorio y sus madrigueras con un enérgico despliegue de saltos con aullidos, dientes descubiertos castañeantes y colas esponjadas hacia arriba. Muchos barrios forman una «pequeña ciudad» de hasta 65 hectáreas.
Las madrigueras subterráneas pueden medir 5 metros de profundidad y más de 30 de longitud, y suelen tener la entrada elevada sobre la superficie, con cúmulos de tierra para evitar posibles inundaciones en la época de lluvias.
Son animales de alimentación herbívora; comen una variedad de plantas estacionales como pasto de trigo, el pasto malva y malezas en verano, además de cardos, cactus como la pera espinosa, y raíces y bulbos subterráneos en invierno. Casi nunca beben, ya que el agua que necesitan la obtienen directamente de la hierba que les sirve de alimento.
Se reproducen muy rápido, tienen hasta 8 crías que nacen entre marzo y abril, tras un periodo de gestación de 33-38 días. Al nacer, las crías son ciegas y peladas, y pesan alrededor de 15 g. Los ojos se abren a los 33-37 días, momento en el que ya son capaces de caminar, correr y comer (alimentos verdes y «corteza»). Se asoman a la superficie cuando tienen alrededor de 6 semanas de edad, y son destetadas poco después. La unidad familiar se mantiene intacta durante casi otro mes, pero poco a poco los lazos familiares se van rompiendo y la familia se dispersa.
Alcanzan la madurez sexual a los dos años de edad.
Su comportamiento social es complejo y vistoso. Así, por ejemplo, cuando se encuentran dos animales que han salido a comer, se arrastran uno frente al otro moviendo la cola hasta que ponen en contacto el hocico, el famoso «beso» de los perritos de las praderas, que es en realidad una señal de reconocimiento y saludo, pero que se vuelve de amenaza si el contrincante es un desconocido.
Normalmente, sin embargo, la comunicación con los demás miembros de la colonia se realiza mediante unos fuertes gritos que emiten desde la entrada de la madriguera. El grito territorial, característico de cada individuo, y que hacen levantados sobre las patas traseras y con el hocico apuntando hacia el cielo, no provoca ninguna reacción en la colonia, mientras que la voz de alarma, aún más potente, hace que todo los animales se refugien inmediatamente en la madriguera. Este grito de peligro puede repetirse hasta 40 veces por minuto.
La esperanza de vida para estos animales en cautividad se sitúa entre los 10 y 12 años, en la naturaleza es tan sólo de unos 6. Llegan a alcanzar velocidades de hasta 22 km/hora.
Cada colonia puede albergar miles de individuos, y en épocas históricas su población se contaba en millones de ejemplares. Pero el hombre lo ha considerado siempre un animal perjudicial para la agricultura y la ganadería, por lo que lo ha eliminado de casi el 98% de su distribución original mediante la caza directa, el envenenamiento masivo, o la destrucción de sus colonias subterráneas.
Antiguamente sus hábitos de alimentación condujeron a una destrucción masiva de las cosechas de trigo y otros cereales, y sus madrigueras hacían tropezar a los caballos y al ganado, de manera que fueron sometidos a campañas de exterminio que tuvieron mucho éxito.
Recientemente estos roedores se han restringido en especial a parques y reservas. Su reducción drástica en número, ha amenazado seriamente al hurón de patas negras, para el cual constituían casi su única presa.
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