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«Winnie, mi Labrador Retriever: Retrato de una Vivencia»

Me considero muy afortunada por tener un perro labrador como compañero. Desde el primer día demostró ser un amigo divertido e irremplazable. Se podría decir que aprendemos el uno del otro, pero sobre todo aprendo yo… de su actitud entusiasta hacia la vida cuando a mí me fallan las fuerzas; de su sabiduría y discernimiento para «separar la paja del grano»; de su altruismo y generosidad cuando mi corazón se contrae ante las adversidades; de su capacidad para estar presente, aquí y ahora, disfrutando el momento, cuando tan a menudo yo me distraigo y me pierdo entre mil y una tonterías… Es mi maestro, un gran maestro de vida preñado de bondad, paciencia y amor.

Existe muchísima literatura entorno a la raza, se han escrito ríos de tinta en un intento por describir sus cualidades más destacables, pero nada comparable con la experiencia directa para sumergirse en la profundidad de este extraordinario ser, al que aspiro a igualarme en calidad algún día.

Posee la sabiduría de la ancianidad, que inspira e invita a simplificar mi vida hasta llegar a lo esencial, y sin embargo, es al mismo tiempo el eterno niño, siempre maravillado ante la perspectiva de algo nuevo por descubrir, inocente, juguetón, curioso, intrépido, decidido y también un poco alocado en la primavera de su vida.

Su mirada dulce, serena y bondadosa destila nobleza, es el reflejo fiel de cómo es él… amigo entrañable y afectuoso, compañero leal y sensible, el confidente de mis emociones «secretas», trabajador infatigable y siempre dispuesto, fuerte, un valiente que afronta el dolor sin pestañear, que responde con paciencia y entusiasmo a las solicitudes de toda la familia...

Cuidarlo es un placer, una muestra de reconocimiento y agradecimiento, mi manera de devolverle un poco de lo mucho que recibo de él todos los días. Y a través de la alimentación, también una forma de prevención de su salud que me permita disfrutar de su compañía tanto tiempo como sea posible. Por ello, en materia nutricional, nada como Happets. Es un método innovador de comida personalizada a domicilio: una dieta adaptada a sus necesidades específicas con un grado de precisión inigualable, diseñada por un equipo de expertos en veterinaria y nutrición canina. Excelencia y comodidad convergen en este sistema exclusivo, para ofrecer un Pienso bueno para perros, a la altura de los paladares más exigentes y capaz de satisfacer necesidades dietéticas muy concretas.

Pero como alguien dijo una vez, «no sólo de pan vive el hombre» (o el perro, en este caso). Si bien la alimentación es un aspecto esencial, otras necesidades «menos tangibles» juegan también un papel importante en su bienestar y equilibrio...

Mi labrador adora estar al aire libre, rodeado de naturaleza, su carita se transforma en cuanto baja del coche y se encuentra ante una hermosa playa solitaria o un precioso paisaje de montaña, cubierto de flores en primavera o por la nieve en invierno. Verlo en acción es contagiarse de su desbordante alegría de vivir. Le encanta correr tras una pelota, zambullirse en la nieve en busca de cualquier cosa, revolcarse sobre el manto verde de un prado, el combate cuerpo a cuerpo contra la rama de un árbol, arrastrar troncos más grandes y pesados que él y que «rescata» del fondo del río, buceando, claro está. Disfruta dando largos paseos, por la playa o por la montaña, eso no importa, y por encima de todo, es un gran nadador al que le apasiona el agua, aunque sea invierno y estemos a 10 grados bajo cero, porque la tentación de un chapuzón es siempre más fuerte que el frío. Y es que Winnie es, ante todo, un perro estoico, capaz de soportar las dificultades con una entereza ejemplar.

Las palabras suelen quedarse cortas para describir la emoción, para expresar toda la belleza que encierra este cuerpo robusto, rechoncho, si me descuido, debido a su glotonería. Y es que ese apetito voraz por la vida, se traduce en un apetito insaciable de alimento.

Este retrato es también una historia de amor, una historia que iniciaron sus antepasados y los míos, hace muchos miles de años, bajo la forma de una especie de intercambio de favores en la lucha por la supervivencia. Esa relación original fue creciendo y evolucionando hasta convertirse en lo que hoy es: una relación de amor puro e incondicional, que día tras día me enseña el arte de vivir, que nutre mi deseo de superarme como ser humano, que me devuelve a mi centro cuando un millón de cosas y de pensamientos me desvían de esa ruta llamada amor, la única real, el único camino que aleja el miedo de mi mente y me permite descubrir quién soy... de la mano, o (mejor dicho) de la pata, segura y confiable de mi querido amigo.

Para obtener información sobre las características generales de la raza, puedes leer «Perros de Raza: Labrador Retriever».