Fuente: Revista Pelo Pico Pata – Nº 37
Para los pueblos celtas los ojos de los gatos eran las puertas que conducían hacia el reino de las hadas. Ojos fascinantes y perturbadores, ojos cargados de misterio, que impasibles han visto surgir y caer civilizaciones milenarias como Egipto, Roma o el Imperio Bizancio. Ojos de gato, ojos de misterio.
Los gatos estabilizan la energía del hogar y ayudan a las personas a mantener la energía y la magia de la vida. No sólo tienen poderes para sobrevivir, recordemos que se dice que tienen siete vidas, sino que además son capaces de ver otras realidades. Si la enfermedad es una desarmonía del ser humano, poseer un gato puede ayudarte a recuperar la armonía que perdiste.
El bardo Juan Alejandro de Normandía cantaba: “Hace miles de años los gatos eran venerados como dioses. Nunca lo han olvidado”. Y Federico García Lorca escribió: “El gato es inquietante, no es de este mundo. Tiene el enorme prestigio de haber sido ya Dios”. ¿Qué tiene de mágico este animal en el que los poetas adivinan rasgos de divinidad?
Son los gatos seres cotidianos que de pronto rozan lo mágico, como criaturas que habitan entre dos dimensiones. Animales cotidianos pero en permanente recuerdo de otra realidad que se nos escapa.
En Egipto, un pueblo de hombres sabios, cuando un gato moría los habitantes de la casa se rasuraban las cejas en señal de duelo y en la necrópolis Saqqara, en una catacumba de gatos como lugar consagrado a la diosa gato Bastet, se encontró un papiro en el que se lee: “Cuando tú piensas, el gato te comprende aún si tus labios no se mueven ni tu boca pronuncia palabra alguna. Él lee en ti con la mirada de los dioses”.
Los gatos son médiums capaces de poner en contacto las fuerzas del más allá con el presente.
Viajeros del cosmos
Hace 200 años Emanuel Swedenborg, al que han llamado el Buda de los países nórdicos, afirmaba que los gatos eran brújulas vivientes gobernadas por campos de acción absolutamente desconocidos para el hombre, seres superiores habitados por las fuerzas del cosmos. Y nos vienen a la memoria tantas historias en que los gatos son seres espirituales, como los ángeles, las hadas o los fantasmas. Una mujer se hallaba en su habitación debido a una enfermedad, y se preguntaba por qué su gata, Mimí, no había buscado su compañía como de costumbre. La puerta de la habitación estaba abierta cuando entró Mimí. Frotó el pelo contra ella cariñosamente, pasó como solía hacer la pata sobre su mano y le lamió los dedos mientras ronroneaba, tras lo cual se dio la vuelta y marchó. Cuando llegó su hija le dijo que había estado con Mimí, que había venido a verla. Ésta, extrañada, le dijo que había muerto y había sido enterrada hacía dos días, pero que no le habían dicho nada debido a su estado de salud.
Espíritus
Dicen que los gatos pueden ver a los seres espirituales. Cuando se quedan mirando fijamente algo que nosotros no vemos, y siguen con la mirada su movimiento, están observando un hada o un ángel. En la película “Ghost”, que hizo famosa a Demi Moore, una pareja de enamorados, Moly y Sam, ven truncada su felicidad cuando él es asesinado por un ladrón. La necesidad de salvar la vida a la chica, hace que Sam permanezca en la tierra en forma de fantasma e intente advertirla del peligro que corre. En las primeras escenas Sam, convertido en fantasma, se da cuenta de que el gato le puede ver, y se asusta. Más adelante Willy López entra en casa de Moly para asesinarla, y para que Moly no corra peligro, Sam asusta al gato que araña a Willy López.
Los hombres desde antiguo hemos intuido que los gatos tienen algo mágico que no alcanzamos a entender. Cazadores de ángeles y sombras, viven a nuestro lado, nos dejan que les acariciemos, pero nunca nos descubren sus pensamientos más íntimos.
Beppo
En los últimos años de su vida Borges vivió con dos gatos: Odín y Beppo. Este último nombre lo tomó de uno de los cinco gatos de Lord Byron. A Beppo dedicó un hermoso poema:
El gato blanco y célibe se mira
En la lúcida luna del espejo
Y no puede saber que esa blancura
Y esos ojos de oro que no ha visto
Nunca en la casa son su propia imagen.
¿Quién le dirá que el otro que lo observa
Es apenas un sueño del espejo?