Fuente: Revista Pelo Pico Pata – Nº 37
Los perros son capaces de comunicarse con nosotros, y lo hacen mediante vocalizaciones y gestos, del mismo modo que nosotros con otras personas. Frecuentemente cometemos el error de no escuchar con atención a nuestro perro y, por consiguiente, no somos capaces de entender con exactitud lo que nos quiere comunicar.
Basta con dedicar un poco de atención a los sonidos que emite nuestro perro para darnos cuenta de que varían notablemente en el tono, la intensidad y el timbre. Esas variaciones expresan sus distintos matices emocionales, como alegría, enfado o miedo. También las personas nos expresamos con distintos tonos de voz, gritamos cuando estamos enojados, tartamudeamos cuando estamos inseguros o nuestra voz es estridente si tenemos miedo. Incluso cuando escuchamos un idioma que no comprendemos somos capaces de reconocer por el tono de voz si la persona se dirige a un niño o a un adulto, si está contenta o triste. Es esta capacidad que tenemos para descifrar el sentido de las vocalizaciones la que utilizaremos para escuchar a nuestro cachorro.
Cada vez que nuestro perro habla nos inquietamos, nos preguntamos qué le puede suceder. ¿Habrá visto a algún extraño? ¿Se encuentra enfermo? ¿Tiene hambre? Luego sabemos que el perro mediante el ladrido nos quiere comunicar alguna cosa. Si le prestamos un poco de atención enseguida aprenderemos a interpretar lo que realmente quiere o lo que le sucede. Los perros no ladran por obcecación, por torpeza o manía, son uno de sus sistemas para comunicarse con nosotros. Aprendamos a escuchar a nuestro perro.
Por suerte ya ha pasado la época en la que educar a un perro era someterlo a la voluntad de su amo. Por desgracia, muchos adiestradores no lo saben y siguen promocionando una educación fundamentada en el castigo. Para ellos, si un perro no te obedece es porque no te impones, no sabes ocupar tu puesto de líder en la manada. Y si un perro es indisciplinado es por una de estas dos razones, o bien no has sabido dominarle con severidad, o bien eres una persona insegura y por consiguiente incapaz de dirigir tu manada.
Las nuevas escuelas de adiestramiento positivo nos están enseñando a escuchar a nuestro perro, porque los animales tienen muchas cosas que contarnos, y los seres humanos y los perros podemos convivir armónicamente sin que una especie tenga que someter a la otra.
Piensa como un Perro
Para una buena convivencia hemos de ser capaces de prever las dudas y conocer las preguntas que se formulará tu cachorro ante los acontecimientos cotidianos. Tenemos que adelantarnos a los acontecimientos y reconocer las cosas que a nuestro perro le van a parecer confusas o le van a provocar miedo. El tubo de escape de una moto puede atemorizar a nuestro cachorro el primer día que sale a la calle, basta con que imaginemos nuestro temor ante un ruido ensordecedor y repentino para entender su comportamiento.
El miedo es un fenómeno natural y así lo hemos de aceptar, sin darle mayor importancia. La mejor prevención para no tener un perro asustadizo es ignorar al perro cuando exterioriza el miedo a los ruidos. En caso contrario, el perro puede hacer muy rentable su miedo. Los más inteligentes pronto aprenden que ante su miedo el dueño reacciona acariciándole, le habla sosegadamente para que se tranquilice y como esto le resulta agradable, el perro dramatiza la situación temblando cada vez con más ímpetu.
Ladrar, gemir, gruñir y aullar
Aprendamos a escuchar a nuestro perro, así apreciaremos la rica variedad de significados que su voz expresa y lo mucho que tiene que comunicarnos. A lo largo de muchos siglos de evolución al lado del hombre, el perro ha aprendido que ladrar es la mejor forma de que le hagamos caso, por eso hoy nos parece que los perros ladran por cualquier nadería. Miles de años de convivencia con el perro nos han permitido entender el significado de sus emisiones vocales. Sabemos distinguir entre expresiones vocales de miedo, agresión, excitación, apaciguamiento o curiosidad y el perro sabe que le entendemos y por eso emplea el ladrido para obtener aquello que desea.
Mi perro ladra, y ladra mucho, como el resto de sus hermanos de especie resuelve gran cantidad de las situaciones que se le presentan en la vida cotidiana ladrando. Si tiene hambre ladra para pedirme la comida, si prevé que vamos a salir a la calle ladra de contento, si está encerrado y contempla a otro perro suelto, ladra por frustración. Es el modo que tiene de expresarme sus estados emocionales, por eso no entiendo a las personas que hacen enmudecer a sus perros.
En el perro las vocalizaciones de tono bajo indican amenaza, son previas a la agresión; las de tono alto, miedo o dolor y las más agudas expresión de placer y alegría. También la frecuencia y repetición del ladrido es instrumento de comunicación.
El ladrido frecuente y en repetición rápida denota excitación extrema, los repetidos de forma espaciada un nivel de excitación más bajo. Cuatro formas esenciales de emitir su voz tiene el perro:
LADRIDO: Con una gama de tonalidades muy extensa es la expresión de los sentimientos del perro, así un perro seguro tiene un ladrido grave y uno inseguro agudo.
GRUÑIDO: Provocado por la vibración continua de las cuerdas vocales en la espiración lenta y sostenida del aire, con la boca semicerrada, generalmente mostrando los dientes. Es indicativo de que el animal se encuentra a punto de atacar, pues el gruñido es el aviso sonoro previo al combate.
AULLIDO: Consecuencia de una espiración violenta y prolongada, es muy raro salvo en las razas nórdicas y expresa una excitación notable.
GEMIDO: Vibración provocada por espiraciones breves y entrecortadas, con la boca cerrada. Puede indicar tanto placer como indisposición física. Es bastante frecuente en los cachorros.
Hay los etólogos cuestionan que el ladrido sea realmente un medio de comunicación semántica, y creen que debe separarse de otras expresiones vocales caninas, como el gruñido o el gemido, que sí tendrían una finalidad comunicativa. De ser cierto, el ladrido sería una especie de comodín utilizado por el perro para solventar situaciones que le provocan desconcierto.
¿Cómo es un ladrido?
El ladrido es una mezcla de explosión sonora y gemido, con modulaciones que suben y bajan rápidamente. Sus vocalizaciones no difieren mucho de las restantes especies del mundo animal. Según el etólogo Eugene Morton, de la Universidad de Toronto, los ladridos expresan un término medio entre la agresividad del gruñido y el apaciguamiento. Morton realizó una intensa investigación sobre el espectro de sonidos que se utilizan en el mundo animal, para lo cual grabó y analizó mediante computadoras decenas de emisiones vocales recogidas en el Parque Zoológico Nacional de York, encontrando que son muchas las especies que ladran en consideración a su patrón sonoro.
El gorgojeo de muchas aves es acústicamente un ladrido perfecto, sonidos cortos de subida y bajada rápida. Mostró a varios estudiantes el gorgojeo de diversas aves reproduciendo a baja revolución y lo confundieron con ladridos caninos.
El ladrido es utilizado de manera liberal y flexible por el perro. Dado que los ladridos no significan nada concreto, pueden significar todo. El perro lo aplica a gran cantidad de acontecimientos diarios. Si ladra frente a su cazuela vacía de comida, le damos de comer; si ladra frente a una puerta cerrada, le abrimos; desde cachorro aprende que el ladrido es muy útil para conseguir todo lo que quiere, recordemos que el perro es capaz de establecer asociaciones con gran rapidez, lo que es precisamente la base de su adiestramiento.
Es el propietario del perro el que interpreta en ese sonido un esfuerzo de comunicación. Es el propietario el que rompe su carácter neutro para dotarlo de significados. Comprender las necesidades de tu perro es comprender su ladrido, un ladrido nacido de la interactuación entre el animal y la vida cotidiana que le ofreces.
El ladrido como problema
Una de las consecuencias de una educación equivocada es el ladrido excesivo. La falta de atenciones hace que el perro ladre reclamando nuestros cuidados, si le premiamos con una golosina para que se calle, estamos reforzando ese comportamiento y ahora ladrará más para recibir su premio. Los perros a los que no se les presta la debida atención aprenden pronto que el ladrido provoca ciertas recompensas, ya sea comida, una caricia o un juguete. Si el perro ladra delante de la puerta tratamos de ignorarle, pero al cabo de unos minutos, verdaderamente desesperados le ponemos el collar y le sacamos de paseo. El perro aprende entonces que cuanto más rato esté ladrando, más fácilmente consigue su deseo. En un proceso mental lógico el perro aprende que el ladrido puede ser la llave para todos sus antojos y pronto encontrará mil razones nuevas para ladrar.
Por eso se debe enseñar al perro desde que es cachorro a obedecer cuando se le manda callar. Tras ordenarle “calla”, si está en silencio un buen rato, le premias con una galleta y vas alargando este proceso progresivamente. Tu cachorro aprenderá a utilizar el ladrido en los momentos en que verdaderamente necesita comunicarte algo y tú habrás aprendido a escuchar las cosas que tiene que decirte.