REINO |
Animalia |
FAMILIA |
Tetraonidae |
FILO |
Chordata |
GÉNERO |
Lagopus |
CLASE |
Aves |
ESPECIE |
L. muta |
ORDEN |
Galliformes |
nombre binomial |
Lagopus muta |
La perdiz nival es una especie de ave galliforme ampliamente extendida, que habita en las partes altas de las principales cadenas montañosas del mundo, entre el límite superior de los árboles y las nieves perpetuas, donde las particularidades de cada zona a través del proceso de adaptación natural de la especie, han dado lugar a varias subespecies.
La especie se encuentra en los círculos polares hasta Spitzbergen, y en varias islas del Ártico, Alpes y Pirineos.
En el caso de España encontramos la variedad Lagopus muta pirenaica, de la que se mantiene una población que no presenta mayores oscilaciones como resultado de las escasas amenazas a que se encuentra expuesta. En efecto, son pocos los enemigos que la molestan y tampoco el hombre es capaz de reducir su número o de poner en peligro a esta especie dadas las enormes dificultades que comporta la caza de la perdiz a gran altura.
El cuerpo de la perdiz nival se halla cubierto de un plumaje denso que proporciona a su cuerpo la apariencia de un volumen del cual en realidad carece, ya que su peso alcanza escasamente los 400-500 gramos.
La longitud de estas aves ronda los 40 cm., de los que 14-15 cm. corresponden a la cola, integrada por 16 plumas timoneras.
Una característica particular de la perdiz nival es la de poseer las patas completamente recubiertas de plumas, que descienden hasta la porción distal de los dedos, dejando al descubierto solamente las fuertes uñas que le permiten al animal excavar incluso en la nieve más dura. Las huellas que dejan las patas de la perdiz nival recuerdan al cazador a las de una liebre pequeña.
La cabeza es redondeada, con el pico negro y corto, con un breve espacio liso, de color rojo, situado sobre los ojos marrones.
Con respecto al color de estas perdices de montaña, es interesante destacar que la naturaleza les ha dotado de una homocromía estacional que les facilita escapar de muchos peligros. Así, durante el verano, el plumaje presenta tonalidades marrones, cenicientas y rojizas con estrías transversales negras sobre el dorso. La parte inferior de las alas y el vientre permanecen blancos. En invierno, el plumaje se convierte en una capa totalmente blanca, con un trazo negro sobre los ojos, siendo posible distinguir al macho de la hembra por ostentar una mancha negra debajo de la garganta.
El paso del plumaje estival al invernal tiene lugar de un modo gradual; en la primavera tiene una tonalidad que va del gris al marrón oscuro y, para mediados de agosto, pasa al pardo grisáceo; en octubre, al blanquecino con manchas marrones y en diciembre adquiere el limpio y característico color blanco.
En los meses de verano, la perdiz nival se establece en el límite de las nieves eternas que coronan las montañas en las que vive, en la vertiente norte de las cimas más elevadas.
En el invierno, suele localizarse en los lugares soleados, y, solamente en condiciones excepcionales, abandona las alturas propias de la especie.
Se trata de una especie gregaria que vive en pequeños grupos compuestos de 4 o 6 ejemplares que durante los meses de invierno pueden aumentar hasta 20-30 perdices.
No se trata de una especie sedentaria, sino que tiende a trasladarse permanentemente por la montaña, actividad que está facilitada por su condición de gran andadora.
Por la mañana, sale a la búsqueda del alimento y por las noches duerme acurrucada bajo un saliente rocoso. En invierno, excava una madriguera aprovechando el amparo que le ofrece la misma nieve. El vuelo de estas perdices es rápido y muy diferente al de otras perdices. No obstante, se trata de un vuelo de distancias cortas. La perdiz nival nunca se lanza hacia los valles y, en caso de peligro, prefiere adentrarse en los terrenos quebrados e inaccesibles.
Su alimentación básicamente se soporta gracias a ejemplares de la familia Ericaceas (80% del régimen alimenticio en invierno) localizados en las landas, que son formaciones vegetales que crecen en laderas sin arbolado de orientación norte, noreste o este, mezclados con prados. Destacan sobremanera dos especies en la alimentación, una de ellas localizada en zonas calcáreas, denominada comúnmente Dríades (Dryas octopetala), y la otra se encuentra en las zonas silíceas, y se conoce como el arándano (Vaccinium myrtillus).
La época de celo de las perdices blancas tiene lugar entre los meses de abril y mayo, época en la que se forman las parejas, que se separan del grupo para la reproducción.
La perdiz nival realiza su nido en excavaciones someras, escasamente tapizadas de hierba, plantas y algunas plumas. La ocupación de territorios por los machos se produce durante el mes de marzo y el periodo de canto se extiende desde abril hasta junio, con un máximo de actividad en abril. De ello se desprende que principalmente cría de mediados a finales de mayo, y solo tiene una pollada, compuesta por entre 5 y 10 huevos aproximadamente. Son huevos subelípticos, lisos y brillantes, de color blancuzco a amarillo cremoso pálido con manchas o moteado irregular de pardo chocolate oscuro, con un tamaño de 43,6 x 31,1 mm. Ponen los huevos a intervalos de 1-2 días. Incuba solo la hembra empezando por el penúltimo huevo y durante unos 24 a 26 días. Los polluelos son nidífugos y con plumón.
Al comienzo del periodo de cría los polluelos son atendidos por ambos padres; empollados por la hembra y guardados por el macho, pero buscándose su propio alimento. Las plumas de las alas crecen muy pronto y pueden volar, aunque débilmente, a los diez días. En la parte final del periodo de cría los machos tienden a dejar a la familia y unirse en grandes bandadas agregándose machos inmaduros. Las hembras y jóvenes (aproximadamente hacia la primera mitad de agosto), permanecen unidos, reuniéndose más tarde con otras y formando bandadas de otoño. En invierno se disgregan los bandos y el lagópodo selecciona por una parte zonas con abundante nieve para pernoctar y, por otra, busca lugares sin nieve para alimentarse.
Los agentes determinantes de las amenazas que se ciernen sobre la perdiz nival son entre otros los siguientes: Cambios climatológicos producidos a largo plazo, predación por zorros, caza furtiva y turismo de montaña, especialmente las estaciones de esquí.
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